Navegaba en albercas pop

Nota: Usted puede leer mientras escucha el siguiente tema:

Los últimos días de esta existencia han estado llenos de vacío motriz. Nada pasa. Me paso el día envuelto en la cama sin motivos para salir de ella. Espero con ansia el sueño que es el que me promete un mundo lleno de color (porque yo sí recuerdo el color en mis sueños) y aventuras.

Pero mientras llega la hora de dormir, trato de zambullirme en aguas que me liberen, que me limpien del ansia de la inmovilidad en la que vivo. Las mismas que, cuando estaba lleno de actividades, me limpiaban del agotamiento y de la rutina. Recuerdo, en mi penúltimo trabajo, que la situación era tan deprimente que hubo una cosa que me mantuvo a flote: navegaba en albercas pop.

De pronto interesarme en toda la gama de cosas que nos ofrecían los medios, me hacía feliz, desde una canción, una película, hasta una envoltura de chocolate o un anuncio de una revista. Ese pequeño escape de mi vida o mejor aún, esa capacidad de mezclar mi vida con ese elemento externo a ella, era para mi una maravilla. Es como quitarme el uniforme y zambullirme en una alberca fresca en la que me puedo mover con más libertad, en la que puedo flotar y olvidarme de mi peso y el de los problemas.

Hay albercas muy elegantes y plácidas, otras llenas de movimiento y pelotas de colores, hay toboganes, jacuzzis, las que se ven muy limpias pero están llenas de mugre, pero las que más me gustan son las pop. ¿Cuales son esas? Aquí hablo de ellas.

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