BELLÍSIMA



Publicado en el suplemento aQROpolis del periódico Plaza de Armas en agosto de 2011.

Cabello recogido a los lados, postizo de caireles rubios, boca pintada de rosa intenso, pendientes largos de diamantes, pestañas postizas, en esta ocasión, los dientes también son postizos porque los incisivos se le acaban de caer. Vestido de luces amarillo estilo tutú y desde luego, la tiara.
Tiene cuatro años.
La imagen me dejó boquiabierto cuando conocí el programa de televisión Toddlers and Tiaras (algo así como "Bebés y tiaras"), un reality que aparece en el canal estadounidense TLC. En él se documentan los esfuerzos de padres por hacer de sus pequeñas de entre 2 y 5 años unas reinas de belleza. Yo puedo decir al respecto: gastan mucho dinero en hacerlas ganar... pero cuando lo hacen, ellos ganan más.

Este programa ha causado controversia por el ojo indiscreto al mundo de las mini reinas de belleza tan de culto en ese país. Sin embargo, y antes de casos tan graves como el de JonBenet-Ramsey, Luchino Visconti ya se había dado cuenta de la parte obscura de este fenómeno y lo retrató en la obra neorrealista Bellísima (Bellissima) de 1951. 
En la cinta, Maddalena, una mujer de la clase obrera (interpretada desde luego por la actriz que más representó este prototipo, Anna Magnani) mueve cielo, mar y tierra para que su bella (bellísima, diría ella) hija gane un papel en una película y comience así su largo camino a la fama. Debo confesar que vi la película hace ya bastante tiempo, yo era un adolescente y no alcancé a ver el inicio pero aún así recuerdo claramente la fuerza de la mamá contra incluso el padre con tal de hacer famosa a su hija así como la cada vez más confusa la línea entre el amor de madre, la realización de los sueños frustrados y el interés económico. 
Efectivamente la vi hace tiempo, pero desde entonces no he podido dejar de ver a los niños artistas como potenciales víctimas de los sueños de éxito e incluso aspiraciones económicas de sus padres. 
Esta columna surge después de haber leído otra con motivo del pasado día 23 contra la trata de personas. Ahí, se culpa en cierta forma a los medios por resquebrajar la familia haciendo que sus miembros se alejen de ella. Como si el problema surgiera de separarse de "la gran institución". Yo creo que es algo que requiere de mayor profundidad y análisis. Bellísima, en 1951, si bien es un retrato que no llega a los terrenos de la explotación sexual, nos demostraba que estas niñas (y niños) que están entrenados para saludar, dar brincos y posar a marchas forzadas, son esclavos de sus propios padres y precisamente por estar "cobijados" dentro del tan respetado e intocable núcleo familiar están mucho más indefensos.  Ahora el neorrealismo como corriente cinematográfica no es tan popular, pero a final de cuentas los realities, con todos los contras que puedan tener, siguen mostrando parte de la realidad y haciéndonos reflexionar sobre los preceptos que tenemos. Como dije antes, es algo que requiere mayor profundidad y análisis que esta pequeña columna. Tomémonos el tiempo.

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